10 de mayo de 2008

A Charles Baudelaire (una de las inteligencias más afiladas que conozco) un amigo quiso demostrarle la maldad de la absenta, para lo cual le administró a la fuerza una botella a un gato. El gato se puso a morir. “¿Ves lo que pasa?”, preguntó el amigo didáctico. “Sí, no cabe duda: la absenta no es buena para los gatos”, respondió el poeta.
[...]
No consumo ninguna droga ilegal (con las legales ya me apaño), pero mi posición es como la que tengo sobre el alpinismo. No hace ninguna falta escalar montañas, pero si alguien se empeña, pues allá él. Si se pierde, tendremos que gastar dinero y enviar equipos de rescate; y habrá que curarle cuando vuelva con los dedos de los pies congelados. Si alguien quiere drogarse, hay que facilitar que use drogas de calidad, vendidas en farmacias y legalmente, con fecha de caducidad y un prospecto detallado. Si luego le sientan mal, habrá que cuidarle, no vamos a decirle: ¡pues te fastidias, cretino, eso te pasa por subir montañas por gusto!


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