27 de enero de 2007

Iba a ponerme a escribir unas lineas sobre el terrorista De Juana-Chaos, hace ya unos meses, cuando le condenaron a prisión, escribí un artículo, mi primera columna, en La Voz de Salamanca, en contra de una sentencia que aún hoy considero "de opinión". Por suerte para mi, he leido un artículo de Ignacio Escolar que refleja punto por punto mis ideas, con lo que me limito a copiarlo, para tenerlo guardadito, y a reafirmarme en mi postura.

Para mi, hay una frase que lo recoge completamente: "lo ideal habría sido no llegar a este extremo donde los asesinos, por una vez, tienen razón".

Malditos sean.


Vía escolar.net

Dura lex, sed lex: la ley es dura pero es la ley. Y es duro que un terrible asesino salga a la calle pero peor aún es que nuestro sistema jurídico se retuerza por miedo al populismo y a la demagogia. ¿Queremos convertir al sangriento etarra en mártir? Estamos cada vez más cerca.

Iñaki de Juana Chaos lleva cerca de dos décadas en la cárcel. Fue juzgado y condenado a 3.000 años de prisión por asesinar a 25 personas en distintos atentados. Pero el antiguo código penal, el del franquismo, no contemplaba la cadena perpetua. Con la ley en la mano, de Juana tenía que estar ya en libertad desde hace más de un año, como salieron antes otros asesinos, otros terroristas igual de sangrientos y también golpistas como Tejero.

Para evitarlo -y aquí comienza un episodio que debería avergonzar a nuestros jueces- la Audiencia Nacional le imputó un delito de amenazas terroristas. Fue condenado a 12 años y siete meses más de cárcel por dos artículos de prensa publicados en Gara (El Escudo - Gallizo). Con las barbaridades que se leen y escuchan en los medios, no quiero imaginar cómo estarían las cárceles de llenas si la ley se aplicase siempre con tanta dureza.

De Juana está en huelga de hambre y corre serio riesgo de morir, según los médicos. La Audiencia tendrá que elegir hoy entre dos alternativas malas: liberarlo -y sentar un precedente peligroso para otros presos que busquen así una salida a la cárcel- o dejarle morir en prisión, conectado a una sonda gástrica, atado a una camilla. Pese a todo, prefiero la primera opción, más aún si consideramos que ahora mismo el etarra cumple una condena preventiva, pues la sentencia por sus artículos de prensa está recurrida. Aunque lo ideal habría sido no llegar a este extremo donde los asesinos, por una vez, tienen razón. Justicia no es sinónimo de venganza.

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